Qué es para mí la maternidad consciente

Recuerdo perfectamente que, hablando sobre psicoterapia, un profesor mío del máster dijo “Una vida no pensada es una vida que no merece ser vivida”. Creo que citaba a Sócrates. La cosa es que con la maternidad esta frase me ha resonado muchísimo. Y creo firmemente en ella, aplicada también en la maternidad. Y eso es básicamente para mí la maternidad consciente. Una maternidad pensada.

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Para mí pensada significa no tirar por inercia. Es muy fácil ir por el camino marcado, por lo que hace la mayoría de gente, o por lo que hicieron tus padres contigo. El ejercicio que intento hacer yo diariamente (o tan a menudo como puedo) es apagar el ruido de fuera y pensar “¿Qué es lo que quiero yo? ¿Cómo quiero vivir yo mi crianza y mi maternidad?” Intento separar lo que es mío de lo que no. De lo cómodo. De lo que me viene impuesto. De lo que me viene dado. De lo que me dicen que debería hacer. De lo que me dicen que es hippie, que está mal o que es raro. Para mí es un ejercicio difícil, que además requiere un esfuerzo, ya que lo marcado muchas veces es lo más fácil.  Pero vale la pena hacerlo. Uno de los grandes aprendizajes que me ha venido con la maternidad es el escucharme. El conectar y escuchar, silenciando lo demás.

También, en mi caso, requiere informarme. Si tomo una decisión, que sea porque siento que es así y porque además estoy informada de las otras opciones. Esto es muy personal, pero yo lo necesito y creo que la información es poder. Si tomo una mala decisión o una decisión “no ideal” no quiero que sea porque no estaba informada. Puede ser que la opción ideal no haya sido posible, o que en ese momento necesite otra cosa, pero no por falta de información. También me encanta luego poder compartir toda esa información con otras mujeres. Hablar de diferentes posturas y opiniones y enriquecerme. Porque eso también lo he aprendido con la maternidad. Nada es firme. Nada es un dogma. Hay muchas maneras de hacer y vale la pena abrirse, escuchar, y luego escoger.

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Para mí además el ser consciente va de la mano de hacer un trabajo personal. De hecho creo que no solo en la maternidad o en la crianza, sino en la vida. Conocernos a nosotras mismas, y aceptarnos. Conocer nuestras luces y nuestras sombras y aprender a convivir con ellas y a quererlas. Para mí este trabajo personal también requiere revisarme y cuestionarme creencias, no acomodarme para seguir creciendo. Un gran trabajo (en el que aún estoy) es el aprender a no juzgar. Un buen ejercicio (que comentó otra mujer en la formación de Doula que estoy haciendo) es, antes de emitir un juicio o cuando detectamos que nos está viniendo a la cabeza, frenarlo, ponerlo en pausa, y acabar de escuchar a la persona con la que estamos hablando. Pero escucharla de verdad. Y al ponerlo en práctica te das cuenta de que muchas veces ese juicio se va. Si escuchas de verdad, con atención, en muchas ocasiones dejas de juzgar. Entiendes que cada uno tiene su manera, su verdad, y que ninguna es mejor que otra.

Creo también que la maternidad consciente va de la mano de la crianza respetuosa. Al menos para mí. Básicamente lo que yo entiendo por crianza respetuosa es  pensar en los bebés y en l@s niñ@s con el mismo respeto con el que pensamos en un adulto. Ponernos en su piel. Me va muy bien, antes de hacer algo con Blai, pensar si lo haría con un adulto. Si la respuesta es NO, yo intento repensarlo y hacerlo de otra manera. Ahora es más o menos fácil, ya que Blai sólo tiene 6 meses, pero espero poder seguir haciéndolo a lo largo de la crianza.

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Por último, me gustaría mencionar que para mí la maternidad consciente también va ligada al feminismo (estoy redactando otro post sobre maternidad y feminismo pero no podía dejarlo de lado). Es decir, intento plantearme si la ropa, actividades, comentarios, afirmaciones que le hago a Blai, se las haría también si fuese una niña. Parece fácil pero no lo es. Bel Olid habla en su libro “Feminismo de bolsillo” sobre la importancia de cómo nos dirigimos a los bebés y las bebés y cómo eso va construyendo poco a poco las diferencias de género y también las desigualdades. Criar a un niño para mí supone una responsabilidad en ese sentido. Las protagonistas de la lucha feminista somos las mujeres, pero está claro que los hombres tienen que renunciar a ciertos privilegios. Y quiero que Blai entienda eso. Que Blai no haga uso de esos privilegios solo por ser varón. Que sepa acompañar a las mujeres sin invadir su espacio. Que aprenda a amar y respetar lo femenino.

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En resumen, para mí la maternidad consciente es no ir con el piloto automático. Es, siempre que se pueda, parar, pensar, cuestionar y revisar cómo lo estamos haciendo con nuestros bebés. Y es que cuando empiezas ves que todo va junto. Y que una cosa te lleva a la otra. El escucharse lleva al respeto, lleva al no juzgar, lleva al feminismo, lleva al querer saber más… Sé que a veces es imposible, ya que la rutina y el día a día nos come, y obviamente a mi también me pasa. Pero está muy bien, de vez en cuando, poder parar, conectar con nosotras mismas y silenciar lo de fuera. Y sobretodo recordar que nosotras somos las mejores madres para nuestros bebés y que, cuando estamos conectadas, somos las que mejor sabemos lo que necesitan y cómo lo necesitan.

PD: Todas las fotos son de Anna Rigau. La podéis encontrar en Instagram con su proyecto @mumsonfilm

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