
Otras voces: Duelo gestacional
Hay cosas que la sociedad nos pinta como lejanas, aquello que siempre pensamos que no nos pasará a nosotros. Lo más curioso es que suelen ser cosas comunes, cosas que se esconden por tabú, por vergüenza (muchas veces como si tuviéramos la culpa), por simples convenciones sociales… Y el aborto es una de esas cosas.

by Conrad Roset
¿UN ABORTO? ¿YO?
Yo sufrí un aborto. 25 años, no sabía que estaba embarazada. Me desperté por “el dolor de regla”. Empezaba a ser muy doloroso. Me tomé un ibuprofeno pero el dolor aumentó rápidamente. Cuando me vi sentada en el baño supe lo que estaba pasando: “estoy embarazada y lo estoy perdiendo”. Será verdad lo del sexto sentido, la intuición, la intuición de madre. Algo se desprendía de lo más profundo de mi ser. ¿Cómo era posible experimentar eso?
Tuve que llamar por teléfono para que alguien me acercara a urgencias. No estaba tan lejos pero no podía caminar y no había nadie en casa. Allí me dijeron que era un posible aborto, así, sin más: sin revisiones, solo con inyección de calmante. Pero, ¿cómo iba a quedarme con la duda? ¿Y si fallaba algo? ¿Y si había algún órgano que no trabajaba bien? Me dejaron en casa después de la visita. Le seguí dando vueltas. Una parte animal, salvaje, empoderada salió de mí. No iba a quedarme con la duda. Llamé de nuevo porque quería ir a urgencias del hopsital de provincia. Allí hubo subidas y bajadas emocionales muy intensas. Análisis de orina positivo pero posible aborto que finalmente fue confirmado. Pasaron unas horas, casi un día, mi pareja ya estaba allí. Lloramos.
Diagnóstico: aborto bioquímico. Es algo muy normal, pasa a menudo, se confunde con una regla, el cuerpo simplemente no lo ve viable, etc. “Hazte una prueba casera en 10 días para confirmar”. Pensé:
¿Aún hay dudas? ¿Tengo que esperar? Eso me desesperaba. Al día siguiente llamé para cita urgente con un ginecólogo por sanidad privada y me lo confirmó en pocos minutos. Me explicó que era una regla abortiva y por qué: medidas, estado de mis órganos reproductivos… Calma por saber 100% qué había pasado pero de nuevo llanto. Esa esperanza que nunca se pierde…
Calcularon que estaba de unas dos semanas. Hay fecundación y el embrión se implanta pero por motivos X se desprende de manera natural. Dicen que el cuerpo sabe hacer su trabajo… Me informé bien y me di cuenta de la cantidad de mujeres que lo habían sufrido. La red estaba llena de los mismos relatos.

by Denise Legaspi
MI ENTORNO ANTE EL ABORTO
Pasaron los días, no me faltó apoyo, pero enseguida me di cuenta de que las mujeres a mi alrededor o lo habían sufrido o conocían a alguien que había sufrido uno. Me preguntaba por qué no se hablaba de ello, por qué se escondía, por qué se vendía una imagen ideal. Nos avergonzamos de la naturaleza.
Todo tiene que ser estrictamente ideal, sobre todo de cara a los demás.
Indirectamente no era difícil que te culparan, sí, sin darse cuenta, y te dijeran: ahora te empiezas a cuidar para la próxima, toma vitaminas, aliméntate bien, que si esto y lo otro… Como si tú tuvieras una tara que solventar, como si tu cuerpo no estuviera preparado de manera natural para concebir, como si no te cuidaras, te amaras y te alimentaras bien. Fue extraño vivirlo. Parecen frases de apoyo pero,
creedme, están cargadas de culpa. Además existían comentarios hirientes, aunque quisieran ser también de apoyo, como el típico “os ponéis y enseguida ya verás, viene otro”. Pero en ningún caso un “te comprendo, llora tu pérdida”.
Como dice Paula Bonet, un bebé no nacido no existe para la sociedad y lo peor de todo es que no tiene cabida su duelo, o no se comprende. No quiero ni imaginarme lo que habrán sentido los que hayan sufrido una pérdida cuando el embarazo ya está bastante avanzado o aquellos que sabían de su existencia, aunque fuera temprano.

by Anna Parini
EL CHOQUE EMOCIONAL
Olvidamos que un embarazo es la creación de vida desde el minuto 0. Es un proceso complejo, rapidísimo y lleno de energía, y merece ser llorado si se necesita. Es intensamente emocional. Hay gente que prefiere verlo como “un proyecto”, así si no sale adelante no se sienten tan mal. Yo prefiero verlo como una vida desde el primer instante. Teniendo la información necesaria, sabiendo cómo funciona el cuerpo humano, sabiendo que es probable y natural un aborto, te abres a la posibilidad de
perderlo. Y si toda esa información, todos esos casos, no fueran tabú, lo viviríamos de manera más natural, con más o menos dolor, pero naturalmente. Incluso quizás sin dolor. Cada persona, cada proceso es un mundo. Lo que está claro es que tal choque emocional no ocurriría, no a esos niveles. En mi caso lloré la pérdida, además muy intensamente porque conecté con un sentimiento de pérdida que arrastraba hacía tiempo por otras cuestiones. Lloré el pasado, lloré el nacimiento que podría haber
sido y no fue, lloré la rabia del tabú, la soledad de la desinformación… Y es muy probable que sin tabú no se sufriera tanto. Se sanaría un aborto de una manera muy diferente. Es más, se procesaría de una manera inmensamente diferente.
EL MIEDO INFUNDIDO
Después de esa experiencia reconozco que perdí miedos que ni yo sabía que estaban allí, quizás precisamente por lo abrumadora que es la maternidad y lo poco que se sabe de ella. Incluso entre madres hay ciertas cosas que aún no se dicen. Sigue existiendo un yugo. Como pareja, decidimos dejar que la naturaleza siguiera su curso, sin forzar nada pero sin poner medios, y en menos de medio año llegó el bebé que en breve tendré en mis brazos. Creo que la tranquilidad, el confiar en la vida y fluir, nos ayudó mucho, tanto en la concepción como en los meses siguientes: sin miedo.
Cuando empezamos a comunicarlo surgían los fantasmas de la gente. Ninguna felicitación y mucho “a ver si hay suerte”, “si Dios quiere”. Esa vida ya estaba sentenciada por la sociedad. Sigues siendo una especie de juguete roto, tarado, al que hay que poner en duda, pues ya sufriste un aborto. Te invitan a reprimirte, no sea qué, a que escondas la naturaleza y su curso natural, con todos sus posibles desenlaces. La sociedad se niega a aceptarla.
Mi novio y yo nos negamos a reprimirnos y a negar la vida de nuestro hijo, a esconder su existencia durante tres meses. Nos rebelábamos ante ciertos comentarios:”es mi hij@, existe y l@ queremos”.
¿Cómo íbamos a negar una vida que ya estaba en curso? No lo entendíamos. Gracias a ello pudimos disfrutar de los meses más maravillosos del embarazo, tan ignorados y escondidos. Aún no se ve, aún no se siente, pero su crecimiento es tan rápido y complejo de semana en semana que obviarlo es perderte algo maravilloso. ¡Si tiene el corazón en funcionamiento alrededor de la sexta semana!
Recuerdo, además, la primera ecografía, donde se aprecia de una manera increíble su perfil: nariz y labios carnosos. Sí, en la primera ecografía ya hay luz verde para comunicarlo abiertamente según se tiene entendido pero, ¿y todo lo que ha ocurrido anteriormente para que ese perfil esté desarrollado a ese punto? (Aunque aún le quede mucho por crecer). ¿Todo lo que se ha desencadenado para verlo ya
en movimiento, brazito arriba piernita abajo? No me explico por qué hay que negarlo, vivirlo en silencio, desvalorizarlo por si a caso. Es brutal.

by Violeta Lopiz
EL LUTO
Lo que menos entiendo es por qué si no llega a término se invisibiliza completamente, se le niega el luto, un luto que hay gente que no lo entiende ni lo entenderá, porque pretende compararlo con un bebé ya nacido, por ejemplo. Nadie compara nada, solamente debería existir el luto a un no-nacido. Es un hijo para sus padres y cada caso, cada persona, cada familia, tiene derecho a vivirlo, como quiera y como le
sobrevenga, sin juicios de valor. Un embrión es una vida, un bebé en la barriga es una vida, un bebé nacido es una vida. No hace falta entender otra cosa que no sea eso.
Sandra
@mamaportopingo