
La maternidad y el sexo
La semana pasada vi un dibujo colgado en una cuenta de Instagram. En el dibujo aparecía una madre dando el pecho a la vez que mantenía relaciones sexuales con su pareja. Me pareció genial. Lo interpreté como la expresión simbólica de la dualidad de la madre e intentaba mostrar la maternidad y la vida sexual en una sola imagen. Cómo todas las madres, aparte de ser madres, también somos mujeres, y como tales, seres sexuales.
Obviamente, la foto recibió comentarios de todo tipo, y mucha indignación, y la denunciaron tanto que tuvieron que retirarla y por eso no he podido recuperarla para mostrárosla.
Y es que al final parece que al ser madres se elimina todo rastro de sexualidad que pudiese haber sobre nosotras. Parece que aún no nos hemos hecho a la idea de que las mujeres post maternidad aún poseen sexualidad. Y sensualidad. Desde luego en nuestra cultura no se habla de ello y definitivamente no se celebran las diferentes identidades de la madre (como seres sexuales, amantes, mujeres independientes…) y por eso me he decidido a hacer este post. Para visibilizar que somos madres. Y también gozamos.
¿Qué pasa durante el embarazo?
Mirarte al espejo. Ver los cambios en tu cuerpo. Ver esa tripa que ya empieza a saludar. Ver esos nuevos pechos. Redondos y turgentes. Los pezones mucho más sensibles. Ver las nuevas curvas que han aparecido. Más mujer. Más madura. Y si. Más sensual.
Todo empieza en el embarazo. ¿Porqué nadie habla de este tema? Parece que cuando te quedas embarazada pasas a ser un ente blanco, inocente, casi angelical. Y claro, como el sexo aunque nos pese aún sigue representando el vicio, la maldad, la perversión… nos explota la cabeza si pensamos en las dos cosas juntas.
Pues aquí quiero aclarar que en toda mi vida no he tenido tanto deseo sexual como cuando estaba embarazada. Imagino que variará según las mujeres pero también estoy segura de que no soy la única. Además también se suelen tener los mejores orgasmos. Y esto si que está estudiado. Uno de los cambios durante el embarazo es que la vagina está mas irrigada, debido al aumento de volumen del útero, lo que también favorece que la mujer esté más sensible y receptiva al placer. Además añádele la sensibilidad de los pezones y ese nuevo cuerpo que nos acompaña. Es un cóctel explosivo.
Me he dado cuenta también de la poca información que tenemos, hombres y mujeres, sobre el sexo durante el embarazo. Me recuerdo, a mi misma, embarazada de pocas semanas y googleleando “riesgos sexo embarazo”. Y recuerdo a mi pareja confesándome haber pensado con angustia si no tendríamos la mala suerte de golpear al feto en un momento de pasión. Cuando eso es imposible. El bebé está tranquilo y seguro.
¿Qué tontería verdad? Pues en toda mi educación nadie me había aclarado que en un embarazo normal (normal me refiero sin ninguna patología o factores de riesgo detectados) no hay ningún riesgo ni nada que pueda dañar al bebé por el hecho de tener sexo durante la gestación. Es más, se ha visto que tiene muchísimos beneficios. Fortalece el suelo pélvico. Y ya sabemos que como más fuerte y elástica se encuentre esa zona, menores serán los riesgos de padecer desgarros durante el parto y más rápida la recuperación posterior. Bueno eso y el obvio buen humor y bienestar que producen todas las hormonas producidas tras el orgasmo.
La famosa cuarentena y el sexo
Y llega el día. Toca la visita con la matrona después de la cuarentena. Literalmente, cuarenta días. No son pocas las bromas que te ha hecho tu pareja durante los últimos días sobre el tema. 40 días a pan y agua. Puede ser que durante las semanas anteriores tu pareja ya haya intentado algún acercamiento. Si te ha apetecido y habéis disfrutado, estupendo. (Sin penetración, claro). Pero también es probable que no. Y que te hayas excusado diciendo que estabas cansada, que mejor esperar a la cuarentena o que no querías despertar al bebé.
Pero hoy ha llegado el día. El día en que se acaban las excusas.
La matrona te revisa, te dice que todo está correcto. Sonríe. Y dice la esperada frase “Ya podéis tener relaciones sexuales”. Y tu pareja te guiña un ojo. Y tu sonríes por compromiso pero lo que quieres es desaparecer. Si algo no tienes en la cabeza ahora mismo es el sexo.
Tienes a un bebé pegado a tu cuerpo prácticamente las 24 horas del día. Toda tu líbido centrada en el pecho, en ese pecho que está alimentando a tu bebé.
Y puede ser que en parte queramos volver a nuestra vida sexual, queremos reencontrarnos con nuestra pareja y recuperar ese espacio que era nuestro. Y puede ser que lo intentemos. Y que incluso nos llegue a apetecer.
Y seguro que muchas recordamos perfectamente ese momento. El bebé duerme profundamente. Sientes que te apetece. Y os ponéis a ello. Y al momento de empezar la penetración. Dios. Soy virgen otra vez. ¡Qué cortada de rollo! ¡Que miedo! ¡Que angustia! ¡Que frustración! ¿Porqué nadie nos avisa de que es muy probable que eso pase? Por mi cabeza pasaban mil mensajes distintos. Punto del marido. Desgarre. Dolor para siempre. Sexo nunca más. Y obviamente tuvimos que parar. Hablamos. Pude compartir mis miedos. Creo que esto es muy importante. Poder hablarlo y verbalizar lo que sentimos y lo que nos va pasando.Y luego lo retomamos. Con mucha más calma. Con muchas caricias. Con muchos besos. Si, la sexualidad en el posparto también significa volver a los juegos. Dejar la penetración a veces a un lado y centrarnos en sentir placer de otras maneras.
Ah, bueno, se me olvidaba. Y ¡¡prohibido que te toquen las tetas!! No se a vosotras pero para mí también fue una cortada de rollo total cuando fue a por ellas, y por ahora siguen siendo territorio prohibido.
¿Sexo y colecho?
Pasan los meses.
Tu bebé va creciendo. Pero tu aún no has recuperado tu cuerpo. Te miras al espejo te ves mal. Más celulitis. Esa barriga flácida. Los pechos que ya se han puesto tristes al no tener subidas de leche tan fuertes. Joder. Y ¿cómo me siento sexy ahora?
A mi me costó y me sigue costando. Amar este nuevo cuerpo. Este cuerpo tan poderoso. Amarlo, acariciarlo, disfrutarlo.
Si, también es importante que encontremos ratos para disfrutar nosotras de nuestros cuerpos. Porque si, y aquí otro tabú. Las madres (y las mujeres) también nos masturbamos. También fantaseamos. Y vale la pena encontrar el momento entre pañales sucios, porteo y teta. De acariciar este nuevo cuerpo, recorrerlo y disfrutarlo. Recuperar nuestra sensualidad y también ese espacio para nosotras.
Es muy habitual que durante la lactancia el deseo sexual disminuya. Y no pasa nada. Tenemos que ser capaces de comunicarnos con nuestra pareja. De expresarlo. De decirle que nos apetece un masaje o unas caricias pero nada más. Sin usar excusas. Y sobretodo sin usar a nuestro hijo de excusa. No es justo para él ni para ellos, ni para nosotras. No tenemos que excusarnos. Si no hay ganas, no hay ganas. Y ya llegará. Hay mil tipos de acuerdos a los que podemos llegar con nuestra pareja sobre este tema, cada uno tiene que encontrar el suyo.
Pero y ¿qué pasa cuando si que hay ganas pero colechamos? Pues ser más creativos. ¿Verdad que de adolescente no tenías ningún impedimento por encontrar lugares si tus padres estaban en casa? Pues vuelve la diversión. Explora nuevas oportunidades. La cocina. El baño. El salón. Seguro que se te ocurren mil y una. Es una gran oportunidad para poder salir de el misionero y la cama. No, el colecho tampoco es una excusa.
Ya que estamos con el tema de tener relaciones sexuales y colecho me gustaría hacer una aclaración debido a comentarios escuchados en redes sociales. Un bebé recién nacido no se entera de nada si tienes relaciones sexuales mientras él duerme en su cuna o en un extremo de la cama. Te puede parecer más o menos cortarollos y más o menos romántico. Pero no pasa nada. Cuando el niño va adquiriendo conciencia, va despertando, entonces si deberíamos repensarlo, porque puede mirar y puede captar partes de lo que está pasando, y en este caso si sería recomendable irnos a otra habitación.
¿MILF? (Mother I Would Like to Fuck)
Para acabar, creo que no hace falta recordar que los bebés fueron concebidos teniendo sexo, aunque a veces parezca una especie de secreto que no podemos contar a nadie.
Parece también a veces que podemos sentirnos cómodos asumiendo que los padres pueden seguir teniendo vida sexual con la paternidad, de hecho no son pocas las bromas en películas y series sobre las revistas porno escondidas de los papás. Pero con las madres no es así. No nos sentimos cómodos con la imagen de una madre mirando porno. La única imagen de la madre sexualizada y más o menos normalizada es con el concepto de MILF, en español MQMF (madre que me follaría). Y es una mujer sexualizada para el disfrute de los hombres, específicamente de los adolescentes. Un regalo para ellos. No se trata de una mujer que es dueña y goza de sexualidad.
Y esto tiene que acabar. Y por eso me ha parecido importante escribir este post. Para poner voz a una realidad invisibilizada. Para ir rompiendo tabús. Para gritar que sí. Que somos madres. Y somos sexuales. Y nos masturbamos. Y fantaseamos. Y follamos.