Rubén Rodríguez

En el año 2006 nació en Granada mi hijo Ginés. Aquella fue la primera ficha de dominó que cayó y que provocó un movimiento inercial que dura hasta el día de hoy. Al nacimiento, sucedió el interés por la crianza respetuosa, más tarde, por la educación viva y activa, y a estas les sucedió un interés profundo en los procesos psico-emocionales-espirituales.

Primero los procesos propios, y más tarde el hecho de poder acompañar los procesos ajenos.

Es decir, un proceso de aprendizaje e integración, que al igual que la respiración, ha ido de dentro a fuera, y de fuera a dentro. Algo así como: ¿qué puedo hacer por mi? y a raíz de esto, ¿qué puedo ofrecer a los demás?, y a raíz de esto, ¿qué puedo hacer por mi?…

En este devenir creativo-formativo que se extiende ya por más de 14 años, se han sucedido experiencias y personas que han dejado una huella profunda en mi
ser.

Mi proceso formativo personal me llevó a encontrarme con personas a las que he considerado y considero como referentes: Rebeca y Mauricio Wild, Miguel Castro y Vega Martín, Joan Corbalán, Laura Cortés, Carles Parellada, Rai Crespí, Tatiana Sibila, Antonio Guijarro, el camino del Elder, Jordi Borràs.

Todo este recorrido forma la base teórica sobre la que se apoya mi práctica vital y experiencial.

Los procesos terapéuticos personales con diversos enfoques y con diversas herramientas, me han permitido explorar territorios ignotos sobre mi capacidad creativa, sobre la sexualidad, sobre la paternidad, sobre mi niño interior, y a la vez, a poder poner sistemáticamente en duda las certezas vitales que creía ir adquiriendo, en un rico proceso de creación continuo de mi realidad.

Para mi han sido determinantes las vivencias más conectadas con lo cotidiano, como son la paternidad, la pareja, la separación o la creación de una familia reconstituida. A partir de estos hechos, se me han ido abriendo incógnitas, en lo referente a mi masculinidad, a mi lugar en el mundo y en la familia, y a mi definición como hombre. He podido ver los privilegios y las cargas que como hombre-padre sostengo y hacerme consciente y responsable de muchas de ellas.

Es un camino largo y la responsabilización no es un proceso lineal, así que a veces siento que desando el camino para volver a lugares un poco más cómodos, y otras veces doy varios pasos adelante descubriendo espacios de ternura, de vulnerabilidad, de fuerza, y de cierta verdad.

Todas estas experiencias me han ofrecido la visión de que la vida es algo apasionante, y que los descubrimientos que cada persona puede hacer sobre su propia naturaleza son prácticamente infinitos.

Esos descubrimientos son para mi la base sobre la que construimos las herramientas que nos permiten interaccionar de forma activa con nuestras realidades. Desde hace algún tiempo siento el impulso, las ganas y la posibilidad de compartir algunas de las herramientas que he descubierto, a la vez que continúo practicando con ellas y descubriendo otras nuevas.

En formato tanto grupal como individual, comparto con otros la pasión que despierta en mí el ser un explorador vital.