
El bebé es un mamífero
Hace un par de semanas pregunté en Instagram si queríais un post en el blog sobre lo aprendido con Michel Odent y Liliana Lammers. Hubo más de 100 votos en SÍ, así que me he decidido. Para las que no los conozcáis os dejo enlaces sobre Michel y Liliana.
Recuerdo perfectamente ver a Michel Odent acercándose a la mesa, sentándose con calma, observando al público con atención, esperando a que se hiciese silencio. Y entonces empezó a hablar. Sin notas. Sin presentación. Sin apuntes. Y aquí va un poco de lo que pude captar de ese primer día.
Hoy os voy a hablar de dos órganos del ser humano que son muy especiales.
El primero es la placenta
La placenta humana es de una eficacia extraordinaria en la transferencia de anticuerpos maternos al feto en comparación con la de otros mamíferos. Esto tiene que ver con la estructura de la placenta, tiene una membrana muy delgada que separa la sangre materna de la sangre fetal.
A las 38 semanas de vida intrauterina el bebé humano tiene la misma concentración de anticuerpos en sangre que su madre. Y luego sube aún más. Esto es único del ser humano. Los microbios que son familiares para la madre también lo son para el recién nacido. Cuando el bebé humano nace no nos deben preocupar las mismas cosas que con otros mamíferos. El bebé está protegido por los anticuerpos que ha recibido de su madre a través de la placenta. Así, al nacer, los primeros microbios que colonizarán el cuerpo del bebé empezarán a educar su sistema inmune y a organizar su salud.
Hay que pensar que hace un siglo todas las mujeres daban a luz en casa, por tanto los primeros microbios en colonizar el sistema del bebé eran microbios familiares. Hoy en día es al revés. La mayoría de nacimientos son en hospitales, un ambiente no rico en microbios familiares. Por tanto los sistemas inmunes no son educados de la misma manera.
Esto plantea una pregunta obvia ¿Si el sistema inmune ya no se ve educado de la misma manera, esto modificará la prevalencia de algunas patologías? Como por ejemplo alergias, asma, atopías, diabetes tipo I…
Cabe esperar cambios en las prevalencias de estas enfermedades. Y por tanto sería importante hacer estudios inmunológicos comparando posibles efectos del nacimiento en casa con posibles efectos del nacimiento en cualquier lugar que no sea en casa. Así, si se demostrase que nacer fuera de casa es factor de riesgo para determinadas enfermedades se desmarginalizaría el parto domiciliario.
En conclusión, la discusión parto en casa VS parto hospitalario debería tener muy en cuenta la epidemiología, y por ahora no es así.
El segundo órgano es el cerebro
El ser humano tiene un cerebro especial y voluminoso. El desarrollo de nuestro cerebro es diferente al de otros animales de la familia de los chimpancés. Tiene el triple de tamaño en proporción al cuerpo.
Dentro del cerebro humano nos encontramos con una parte muy especial. El neocórtex. Es básicamente lo que nos diferencia del resto de animales del mismo grupo. El neocórtex nos permite la comunicación y los cálculos.
Hasta ahora se pensaba que el neocórtex humano se comportaba como una herramienta de la que el cerebro hacía uso cuando la necesitaba. Pero recientemente se ha visto que en ocasiones el neocórtex puede tomar el control, e inhibir así funciones fisiológicas.
Es lo que se llama inhibición neocortical.
Para explicarla podemos poner ejemplos de alguna función fisiológica en la que el neocórtex toma el control y la inhibe:
- Sentido del olfato: ¿Porqué es débil en los humanos a diferencia de otros animales? Es debido a la inhibición neocortical. Se ha demostrado que al beber un vaso de vino, el sentido del olfato aumenta. El vino baja el control neocortical, que tenía inhibido el sentido del olfato.
- Reflejos primitivos: Están presentes en el momento del nacimiento y desaparecen con el desarrollo del neocórtex. Son el reflejo natatorio, el de moro, el de marcha, el de succión, el de prensión, etc.
Esto pasa también con la fisiología del parto. ¿Cómo podemos explicar que algunas mujeres puedan parir rápida y fácilmente y en cambio otras mujeres necesiten una cesárea después de 48 horas de trabajo de parto?
Pues lo que puede complicar un parto en nuestra especie es justamente la actividad de nuestro neocórtex. Para poder parir bien necesitamos que el neocórtex esté en reposo. El trabajo de parto corresponde a estructuras cerebrales arcaicas. Son ejemplo de esto las mujeres de parto que perciben olores que el resto de personas no perciben o las posturas aparentemente raras que adoptan las mujeres en trabajo de parto.
Una mujer de parto necesita que se la proteja de cualquier cosa que pueda activar o estimular su neocórtex.
Y por tanto es de vital importancia que las personas que trabajamos o atendemos a mujeres de parto conozcamos los estimuladores del neocórtex y cómo protegerla.
El primer estimulador del neocórtex es el lenguaje. Hay diferentes tipos de lenguaje. El más estimulante son las preguntas. El lenguaje es un enemigo para la mujer de parto.
El otro enemigo es la luz. La hormona melatonina (hormona de la oscuridad) se considera una hormona importante del parto que trabaja junto con la oxitocina en el nivel neocortical. La luz puede inhibir el proceso de parto. Y en concreto la luz LED tiene mucha capacidad inhibidora de la melatonina.
Por último, cualquier cosa que estimule la atención estimula también la actividad neocortical. Si una mujer de parto se siente observada, esto hará que se observe a sí misma, y por tanto estimulará la atención. Lo mismo pasa si percibe peligro. Una mujer de parto se ha de sentir segura.
Por tanto, en conclusión hemos de proteger a la mujer de parto del lenguaje, la luz y cualquier cosa que estimule su atención. La clave es la protección. Y esto supone replantear la manera de pensar el nacimiento. Hasta ahora las palabras clave ponían énfasis en el papel activo de una tercera persona. Variantes de ayudar, guiar, observar…
En general hemos llegado al límite de la domesticación de la naturaleza. Los efectos de la actividad humana se ven claramente en el clima, la contaminación, el plástico, etc. Y obviamente también en la historia del nacimiento humano. Hoy en día el sistema inmune de la mayoría de los bebés ya no es educado por bacterias amigas. Hoy en día las mujeres ya no necesitan el cóctel de hormonas del amor para dar a luz. Y es así en más de un 30 % de los casos.
¿Qué efectos puede tener esto a largo plazo? ¿Qué efectos puede tener esto sobre la evolución y el futuro del ser humano? Y es que, tal como dijo Michel, es muy importante plantear las preguntas correctas y poder empezar a pensarlas.
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